Hace cien años, más precisamente un primero de febrero del año 1922, en el recinto de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación se cajoneaba el proyecto de crear una comisión parlamentaria que investigara la cruenta represión militar llevada a cabo en el territorio de Santa Cruz.
La iniciativa del legislador socialista Antonio de Tomaso de buscar la verdad, sus instigadores terratenientes y responsables políticos se perdía en las turbulencias del rio Lete. (para la mitología griega, beber de sus aguas provocaba el olvido completo). La votación, con mayoría del oficialismo (radicalismo) y de su tradicional adversario (el partido conservador) optó por el silencio
El ocultamiento del Congreso de la Nación Argentina, ante el primer terrorismo de estado, realizado (lamentablemente) durante el gobierno democrático del Dr. Hipolitico Irigoyen, y después continuado en otros episodios de la vida institucional de la Argentina, coincidía con la prensa dominante de entonces. Los diarios La Prensa, la Nación y la Razón fuertemente opositores de Irigoyen se convertían en defensores del presidente al justificar la misión del Comandante Varela ante “el bandolerismo” del sur.
No fue el único silencio sobre la tragedia santacruceña. A la influencia informativa de los diarios nacionales del latifundio argentino, debemos señalar en el circuito regional-local de Santa Cruz, la lectura y predica de revistas como “La Argentina Austral” o periódicos como “La Unión”, “La Opinión”, voceros del poder económico conservador. A lo que debemos agregar la vigencia de un sistema educativo sin cuestionamientos de la historia que repetía una enseñanza acrítica del pasado, como factores, entre otros que contribuyeron -como el mutis de la Iglesia Católica- a favorecer en las nuevas generaciones el desconocimiento y la invisibilidad de uno de los hechos más vergonzosos de la historia contemporánea argentina que tuvo como epicentro Santa Cruz.
En otras palabras: todo un sistema político, educativo, y cultural se encargó de borrar de la historia los conflictos sociales y la lucha de clases en nuestra provincia.
El escritor de la historia oficial de Santa Cruz, que pomposamente lleva el nombre de la Biblioteca Provincial, Juan Hilarión Lenzi escribe en su libro “La Historia de santa Cruz”, de 556 páginas, apenas dos hojas y medias (500-501-502) sobre los sucesos. Reconoce en los huelguistas dos muertos: José Font, en Los Tehuelches, y a Ramón Antorella, en Gobernador Gregores y la suma de 2.700 prisioneros. En el Escuadrón 10° de Caballería un muerto y un herido. Este celebre periodista, fue en 1958 funcionario de la Revolución Libertadora y en 1966 de la Revolución Argentina. Su obra magna fue editada y prologada por el director del diario La Opinión, don Alberto Raúl Segovia en 1980. Desde entonces casi un testamento bíblico.
Hablando de la estatutaria patagónica y sus iconos políticos tal vez sería conveniente reflexionar, por parte de las autoridades culturales, sobre las emblemáticas imágenes de la Casa del Gobierno Provincial, que representa en fotografías a quien expulsó en 1933 del territorio de Santa Cruz a Antonio Soto en su regreso a Río Gallegos, al aplicar la represiva Ley de Residencia. Instrumento legal que permitía echar a los extranjeros de pensamientos “antisociales” del espacio nacional sin juicio previo. Se trata de capitán de navío de la Armada Argentina, Juan Manuel Gregores, gobernador del territorio (1932-1945) que durante la represión a los huelguistas participó en la logística comunicacional del ejercito a las órdenes de Varela.
El encubrimiento también se extenderá a artistas, músicos, poetas, y escritores santacruceños durante décadas. Silencio. Hasta la obra de Osvaldo Bayer que pondrá fin al tabú.
A partir de ahí, nuevas investigaciones históricas amplían y multiplican el horizonte, al que se suman y enriquecen distintas manifestaciones del teatro, la música, la poesía, la pintura, la danza, la radio, el video, el cine y las demás artes.
Hoy gracias al trabajo silencioso de muchas organizaciones civiles el tema de las huelgas patagónicas forma parte de nuestra memoria colectiva. Que el Congreso de la Nación- merced de la iniciativa de la senadora Ana Iani- se institucionalice el reconocimiento de la lucha de los trabajadores rurales de Santa Cruz, es un dato que tiene que ver con ética y la justicia. Celebramos que, en recinto emblemático de la República, donde están representadas todas las provincias argentinas, la memoria venza al olvido y la verdad al silencio de los inocentes.
Como decía Osvaldo Bayer, la verdad histórica a veces tarda, pero siempre llega.
Osvaldo L. Mondelo – Periodista Diplomado
PD. “El silencio de los inocentes”, es novela de Thomas Harris, más conocida por el título de su adaptación al cine, “El silencio de los corderos”. Pedimos prestado el nombre para referirnos a la tragedia patagónica.