Quizás todo está en el origen de la palabra. “Photo” que en el antiguo griego significa luz. El vocablo luz, está asociado a claridad, conocimiento, verdad. El antónimo de luz es sombra, tiniebla, tenebrosidad.
Durante siglos la imagen del indio ha padecido con diversos tonos la oscuridad. En todos sus soportes el dibujo, la pintura, la caricatura, la historieta, y el cinematógrafo ha servido –salvo honrosas excepciones- para ridiculizar, estigmatizar o invisibilizar a los pueblos originarios.
También ha servido la imagen indígena –descontextualizada en el texto- como adorno ilustrativo o complemento secundario de la palabra escrita. Prescindiendo de los nombres y del marco histórico, geográfico y cultural de los retratados.
El ocultamiento de libros y de imágenes fue una de las prácticas de censura que utilizaron los monjes en la edad media, los facistas y también las dictaduras cívico-militares en la historia contemporánea de América Latina. Sin embargo en estos tiempos democráticos la caza de brujas continúa en algunos mezquinos universos autorreferentes. Los modernos inquisidores sienten que son los dueños del conocimiento único. Funcionales al despotismo, llevan en las manos fósforos para nuevas hogueras. Eso no es ciencia.
El mundo indígena por el contrario es un territorio infinito que puede ser atravesado desde distintas disciplinas. Entre otras, la historia, el arte, la antropología, la lingüística, la etnografía y el estudio de la fotografía antigua, a través de la investigación histórica fotográfica.
Susan Sontag, la ensayista norteamericana en su libro “La Fotografía” nos advierte el riesgo implícito en que podríamos sumirnos la mirada contemplación de la injusticia.
Por el contrario el desmontaje de las imágenes y sus epígrafes pintorescos y/o exóticos, permite desarticular la mirada acrítica y promover nuevas interpretaciones. Buscar la luz para ver el pasado, pero también las iniquidades del presente. Una línea de tiempo donde el respeto por la diversidad cultural y la pluralidad étnica sigue siendo una asignatura pendiente de nuestra identidad.
A 183 años del invento de la fotografía, la historia continúa y su revisión también.

Osvaldo L. Mondelo.
Periodista Diplomado (UNLA), Magister en Periodismo (TEA-FACU), e investigador histórico fotográfico – Autor del libro “TEHUELCHES, danza con fotos”.